sábado, 9 de enero de 2010

PLUMAS DE MARABÚ

No pude transformarme en princesa porque el imbécil seguía mirando.

Acurrucada tras el invernadero, fui sacando de la bolsa lo que había robado en la tienda. Un precioso vestido azul con plumas de marabú. Un gran sombrero blanco con una enorme rosa del mismo color del vestido y unos zapatos de altísimo tacón, con los que seguramente terminaría destrozada.

La boda a la que me habían invitado, en la que esperaba ser presentada al chico más guapo, rico e influyente, se habría celebrado.

Llevaba escondida más de 4 horas y el imbécil no se movía. Dejé todo colocado sobre la yerba y salí de allí, reptando cual soldado en trinchera.
En estos relatos de cien palabras no hay que contar el contenido de la primera frase, ya que es la que da lugar al desarrollo del la historia

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