Todo mi barrio y en él,
mi calle que es redonda, circulante entorno a una plaza llamada La Meseta. Tiene 38 números. Sus dos aceras, siempre en curva, están adornadas desde el interior de los jardines, con árboles
que dan sombra. Algunos de ellos son frutales. Hay rosales;
Azaleas; Bambues; preciosos liquidámbars y otras muchas
variedades. En verano, las flores cuelgan por las tapias y dan aromas, color y alegría. Antaño, mi
calle era un depósito de niños siempre
correteando e inventando la manera de divertirse. Hoy, aquellos niños que
éramos, hemos dejado el espacio para los vehículos, que han venido a cambiar el
ruido de las risas infantiles, por el hosco sonido de los motores, las manchas
de grasa en el suelo y el precioso
lugar, que era libre, ha sido ocupado por la invasión mecánica. El barrio es el
mismo, pero ya no hay niños jugando. ¡El tiempo es otro!...
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