domingo, 10 de enero de 2010

TODO ES UNO

Entonces, ¿cómo podemos saber que esto no es un sueño? —pensaba Ana.
Se quedó inmóvil y cerró sus ojos para percibir el aliento del aire. Las rojas hojas otoñales que alfombraban el suelo, quedaron aprisionadas bajo su cuerpo. Poco a poco deslizó su mano derecha por su cadera hasta atrapar una reseca hojuela. La estrujó entre los dedos para sentir el crujido al desmenuzarse. El Sol lanzaba cálidos rayos aquéllos primeros días de Noviembre y envolvían su cuerpo haciéndola descubrir una sensación de armonía y paz que la unían al Todo.
Había acudido a aquel lugar para buscar un rincón cómodo de lectura pero acababa de descubrir que... ¡TODO ERA UNO!

En estos relatos de cien palabras, no hay que contar el contenido de la primera frase, ya que es la que da lugar al desarrollo de la historia

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