viernes, 7 de enero de 2011

INJUSTICIA POR ENVIDIA.

Nadie, en varios kilómetros a la redonda, sabría decir su nombre. Había sido borrado de todos los registros, incluso hicieron desaparecer la placa que pusieron en su honor, aquella vez que salvó del río al cabrero que se ahogaba cuando entró para sacar un cabritillo que había caído al torrente.
− ¿Y eso porque fue? Preguntó Silverio extrañado.
− Nunca se supo a ciencia cierta, respondió el alcalde. No había pruebas, pero Plinio sospechó que pudo ser el causante del incendio que asoló su huerta . Todo el pueblo le hizo el vacío y el hombre, desesperado, se marchó. Al morir Plinio, se encontró una nota, exculpando del incendio, al hombre.

1 comentario: