jueves, 30 de septiembre de 2010

LA BAÑERA

Como los ángeles al caer el sol nos vamos a sentir. Ya está finalizado el embalse, podremos abrir un grifo y disponer de toda el agua que queramos. ¡Será como un milagro!
-¡Eso es cosa de ricos…! -dijo mi padre con sorna. No veo yo ninguna posibilidad de que piensen en nosotros.
-He estado en casa de la señora Andrea y he visto como salía el agua del grifo de su cocina, también ha instalado una bañera.
-Eso confirma lo que te digo, el señor Pedro es su marido y capataz de la obra. ¡Nosotros tendremos que seguir yendo a la fuente!

EL SILENCIO

¡Como los ángeles al caer el sol! dijo mientras se servía leche aguada sobre su desportillada taza llena de achicoria. Todos levantamos la cabeza sorprendidos. Llevaba años sin soltar una sola palabra. Pensábamos que había sufrido algún daño cerebral aquella vez que rodó por las escaleras. Nos miramos unos a otros interrogantes, a la vez que Juliana preguntó:
-¿Estás bien?
-¡Sí…! Respondió contundente Florencia.
-¿y por qué no has hablado en todos estos años?
-¡No tenía nada que decir...!
Y volvió a sumergirse en su permanente silencio.

sábado, 25 de septiembre de 2010

LA VOZ

¡Como los ángeles al caer el sol! Miré a uno y otro lado y no supe descubrir de dónde había salido la voz que había citado la frase. ¡No había nadie en el entorno! La melodía sonora de la oración me era muy familiar. Era la voz de mi abuela… relámpago de una muletilla que solía decirnos cuando nos veía salir de su casa recién bañados, y vestidos con los uniformes escolares. La recuerdo parada ante el portal, mirándonos con gran cariño, mientras caminábamos agarrados de la mano de mamá. ¿De dónde salió la voz?

EL FURTIVO

Como los Ángeles al caer el sol danzaban al ritmo del laúd. La música y la danza estaban dedicadas únicamente para el Maharajá. Las gasas y encajes de sus livianas túnicas dejaban transparentar sus jóvenes y ágiles muslos. Con mirada febril, hipnotizado por tanta belleza, el furtivo permanecía absorto escondido tras los cortinajes, ignorante de que el eunuco había descubierto su presencia y avanzaba silenciosamente alfanje en mano. De pronto su vista se nubló…

jueves, 16 de septiembre de 2010

ROBÓ TRES BOCADOS

Y dio otro bocado. Vi como paladeaba mi merienda. ¿Me dejas que muerda otra vez? Dijo mientras tiraba de mi mano y su enorme boca mordía nuevamente. Robó tres bocados de mi pequeño bocadillo dejándolo reducido a un párvulo currusco. Mientras miraba mi reducida merienda, sentí que su mano abrazaba mi hombro atrayéndome hacia ella. Me desprendí de su abrazo y metí rápidamente el pan con atún en mi boca a la vez que salía corriendo. Escuché su risa detrás de mí y su voz que gritaba. Espera… espera… ¡Solo quiero decirte que mañana le digas a tu madre que quiero otro igual!

domingo, 12 de septiembre de 2010

¿SERÉ YO?

¡Tachan! ¡Ahí está! Clavado como una tachuela una vez más, apoyado en la farola frente a mí casa. El no me ve, pero yo le observo. Nunca sé a quien espera, tal vez solo sueña con volver a ver a alguien que entró un día en mi portal y que despertó una intensa pasión en su corazón. Es guapo, me gusta. Desde el margen de mis visillos veo sus ojos claros remirar todas las ventanas de la fachada de mi casa, seguro que sueña con ver al objeto de su entusiasmo. Voy a bajar. ¿Seré yo la elegida? ¡Ay…!

LOS HABITANTES DEL PARQUE

Al atardecer pasea por el parque sus gordezuelos 50 años, con una espada de madera bajo su brazo, charlando animadamente con alguien invisible.
Ocupa un banco de una plazuela. Todos la conocemos y ella conoce a todos los paseantes. Come y fuma sin pedir a nadie. No acepta ayudas.
Sobre el banco un trapo azul floreado cubre un extraño bulto: “su jergón”.
“Su despensa: una bolsa con yogures, refrescos y botes de legumbres”.
“Sus pertenencias: almacenadas en un viejo carro de la compra”.
“Sus ilusiones, amanecer al siguiente día para iniciar la misma rutina.
Es Rosalía. “El Hada del parque”