domingo, 24 de enero de 2010

SIN SALIDA

La mujer que había dentro de mí se replegaba ante la impotencia. Cuando escapé del acosador llegué a lo que no merecía. No encontré otro trabajo por lo que tuve que dejar de pagar el alquiler. Ahora, acurrucada y aterida de frío vivo dentro de mi desvencijado coche convertido en vivienda. Siento los árboles sacudir sus grandes ramas cargadas de agua sobre mi techo de chapa. No poseo domicilio, por lo que nadie me da trabajo. Tengo vergüenza al acudir a los comedores sociales o a las duchas públicas. A veces algún policía me pone una multa por estar estacionada donde no debo.

¡ No quiero ser lo que soy pero no tengo salida!.



HILO DE NAYLON

Él, lleno de ardor y desprecio, pensaba en el final. Todo lo tenía calculado.
Las campanas de una iglesia cercana cantaban alegremente invitando a los fieles a acercarse. Sus torvos sentimientos no se alteraron, pulía una y otra vez los pasos que daría cuando llegase el momento oportuno para su venganza.
La había amado y la amaba todavía pero no podía entender que aquella mujer no accediera sus requerimientos. Ella que estaba casada y adoraba a su esposo, rechazaba constantemente sus insinuaciones, incluso tenía puesta una denuncia.
Esperó en el portal con un hilo de nailon en la mano....
Impotente... la vio feliz, salir del brazo de su esposo.

EL ESCONDRIJO

Mientras me abalanzo sobre ella escoba en mano, con la intención de hacerla invisible para siempre, veo sus inteligentísimos ojos negros que me miran acechantes percibiendo mi propósito. De inmediato me detengo. Intuyo, que si ataco, la asquerosa rata saltará sobre mí. Nos miramos mutuamente lanzándonos un reto ¿Quién será el vencedor?
Lula maullaba angustiada. Había sacado a sus hijitos a tomar el sol, y el abominable roedor, había robado uno de sus cachorritos.
Busqué con la mirada el escondrijo y localicé la ratonera en el suelo de la fachada.
Revolví en el trastero y le ofrecí un suculento plato de raticida.

EXPLOSIÓN DE AMOR

La serpiente me quedó más gorda de lo previsto. Sofía miró el dibujo y seguidamente posó sus inocentes ojos grises sobre la lejana montaña azulada.
— ¿”De vedá Tata que... epiente come niños en a taña”?
— ¡A ti no te va a comer nunca, mi vida! Porque en esa montaña no hay serpientes, hay moras, bellotas, piñones y preciosas flores.
Sus bracitos rodearon mi cuello. Eran tan suaves como flor de algodón. Sus besos dejaban olor a nata caramelo y miel. Tan inocente y tierna como la espuma evanescente de las olas.
La abracé y una oleada de amor explotó en mi corazón. Cerré los ojos disfrutando aquella inmensa ternura...

INSOPORTABLE ARROGANCIA

Y se vistieron para la misa de 12... Priscila clavó un alfiler de cabeza negra sobre el velo y lo prendió a su cabello. Se acercó al espejo y dio su último toque. En el reflejo observó a su marido sacudir la boina sobre su mano izquierda.
— ¡Que envidia nos tienen! (Exclamó). Seguro que ya están todos los visillos movidos esperando nuestro paso.
Balbino, fuerte y enjuto, sonrió socarronamente al escuchar el comentario.
—Tratan siempre de imitar nuestro estilo de vida. Apostilló, pero ni tu presencia ni mi personalidad podrán copiar nunca.
Al salir miraron de reojo a las ventanas. Ningún visillo se movió.
— ¡Que envidia nos tienen!

UN GESTO DE AMOR

Y se vistieron para la misa de 12... Al salir al zaguán, Balbino cortó una rosa del rosal que adornaba la puerta de su casa y con un gesto amoroso la entregó a su adorada Priscila. Un sol radiante los envolvió al subir a su hermosa calesa, y así sentados, derechos como velas, luciendo su palmito dominguero, iniciaron su paseo al son del trote del jaco. Clac, Clac, Clac, Clac... Subieron Avda. de La Esperanza, doblaron por Remedios y desembocaron ante la Iglesia. De un salto, Balbino bajó del coche. Ayudó a su mujer y tomándola del brazo la acompaño con orgullo susurrando a su oído... ¡Te amo!

SIN TIEMPO

Los niños jugaban a atrapar la luz del sol, saltando de claro en claro a medida que esta se desplazaba cuando el viento agitaba la frondosidad de los árboles. Desde el banco mi abuelo los observaba pintando una dulce sonrisa en su boca. Inclinó su cabeza sobre mi hombro y me susurró.
— ¡No ha pasado el tiempo...! Todo sigue igual. Nos separan 80 años pero juegan a lo mismo que jugaba yo... Y tu padre... y tú misma...
Sonreí asintiendo con la cabeza. Leí en la mirada de aquel amado viejecillo, la añoranza de sus tiempos infantiles, que ante la carencia de juguetes, inventaban carreras y saltos para divertirse.

HOJAS MUERTAS

No consigo recordar qué es un "hada"... Introduje la cucharilla dentro del tazón vacío, mientras dejaba perder la mirada a través de los cristales del ventanal colgado sobre el parque. Tomé mi chaquetón del perchero y salí a caminar. La certeza otoñal se vislumbraba en las hojas de los árboles revoloteando bajo mis pies. Mis zapatos crujían al pisar los pequeños cadáveres y me obligaban a mirar al suelo. Descubrí preciosos esqueletos de hojas descarnadas convertidos en encajes. Parecían alas de las hadas de mis sueños. Eran joyas que recogí con delicadeza y hoy enmarcadas, adornan mi salón. Mirándolas puedo volver nuevamente al mundo de la fantasía.

miércoles, 13 de enero de 2010

ALAS DE HADAS

No consigo recordar qué es un "hada"...
— ¿Cómo puedes decir eso, Cristina? ¿Ya no recuerdas, que las llevabas dentro de tu mochila? Piensa en aquéllos inviernos cuando caminábamos juntas al colegio, y tú buscabas con afán las hojas descarnadas de los árboles.
—¡Mira, esta es el ala de un Hada!—
Con mimo la guardabas entre las hojas de tu cuaderno. Habías conseguido encontrar 7 preciosas hojas de otoño que el aire el sol y la lluvia habían convertido en encajes.
Me decías:
—Las conservo, porque están hechas de la misma naturaleza que los sueños, donde viven las Hadas. Es el lugar en el que yo puedo volar.

TRASQUILONES

¡Mejor el monstruo que mamá!
Era de plástico pero siempre le tuve miedo aunque menos que a los gritos de ella.
Me acurruqué debajo de la camilla desplazando al brasero que todavía contenía cenizas.
¿Qué ha pasado aquí...?
-Ya está... ¡El grito...!
Me encogí bajo los faldones de la mesa, temblando.
-¿Dónde estás Carlitos? -¡Esto es cosa tuya!
Un leve gemido me delató. Inmediatamente vi la cabeza de mamá boca abajo, enmarcada entre dos patas de la camilla, sujetando en su mano la horrible muñeca de mi hermana Andrea llena de trasquilones. Miré asustado al monstruo, mientras mamá me sacaba de debajo de la mesa.

SOLO UN BUEN AMIGO

No sabía que aquel culo era un corazón dibujado en su honor. Era sonrosado redondo y firme. Dándole la vuelta era igual que un corazón de opereta. Lo miré con éxtasis pensando que aquella imagen iba a estar siempre en mi mente asociada a su recuerdo. Ella ignorante de mi pensamiento soltó una carcajada loca al tiempo que sacudía su cabeza, moviendo con soltura sus dorados y largos cabellos.
Tomé asiento en el sillón que estaba situado en el rincón más oscuro del camerino, contemplando cómo se maquillaba, dándome cuenta de que por mucho que la amase, yo solo sería para ella un buen amigo, que admiraba a una estrella del escenario.

LA DENTELLADA

No hasta que por fin me haya mordido. Pensé, al percibir su mirada recriminatoria. Lanzó el dardo y su diana fue certera, justo en el centro de mis sentimientos. Mi corazón, sintió un latido de desconsuelo.
-¡No eres mi madre!, ¡No tienes derechos sobre mi!
-Te he dado mi vida desde que te pusieron en mis brazos con solo tres meses. ¡Tengo derechos!
-¡No te daré cuenta de mis actos!
Y… Desapareció de mi vida.

Ahora, con fuerza recurriré a su recuerdo, hasta que las lágrimas desborden en torrentes. Entonces, y solo entonces, podré liberarme del dolor que la hiriente dentellada de sus palabras causó en mi alma.

domingo, 10 de enero de 2010

LA TRAPECISTA

¡Se lanzará desde el trapecio!...

Había decidido que en su última función, antes de jubilarse, haría que retirasen la red. No sé si es que tendría pensado suicidarse ese día, o quería dejar un recuerdo imborrable. Era la única mujer que a sus sesenta años, todavía actuaba como una jovencita. Lo cierto es que últimamente había tenido varios fallos y los directores del circo no estaban dispuestos a permitir que hubiera sangre en la pista. Calcularon los riesgos y contrataron a hombres fuertes para que pararan el golpe en caso de caída.
El día indicado para la despedida, alguien pegó fuego al circo.

TODO ES UNO

Entonces, ¿cómo podemos saber que esto no es un sueño? —pensaba Ana.
Se quedó inmóvil y cerró sus ojos para percibir el aliento del aire. Las rojas hojas otoñales que alfombraban el suelo, quedaron aprisionadas bajo su cuerpo. Poco a poco deslizó su mano derecha por su cadera hasta atrapar una reseca hojuela. La estrujó entre los dedos para sentir el crujido al desmenuzarse. El Sol lanzaba cálidos rayos aquéllos primeros días de Noviembre y envolvían su cuerpo haciéndola descubrir una sensación de armonía y paz que la unían al Todo.
Había acudido a aquel lugar para buscar un rincón cómodo de lectura pero acababa de descubrir que... ¡TODO ERA UNO!

En estos relatos de cien palabras, no hay que contar el contenido de la primera frase, ya que es la que da lugar al desarrollo de la historia

PREFIERO SONREIR

Diles a estos señores que o nos dejan meter un ventilador o yo me vuelvo con tu madre.

--¡Vaya excusa! Te pasas la vida protestando porque no soportas su manía de hablar permanentemente de sus imaginarias enfermedades y ahora quieres volver con ella.
--Si. En último caso, me pongo unos tapones en los oídos, y sonrío.
--Y yo. ¿Qué hago?
--Puedes seguir recorriendo todas las tiendas de la ciudad, calculando lo que comprarás cuando al fin se muera y te deje su herencia.
--¡Que tontería! Yo no pienso en eso.
--¡Yo sí! Por eso me voy a dedicar a sonreír. Prefiero que heredes tú, a que venga el bruto de tu hermano a cobrarla

¡ UN ENORME CANGREJO !

Cleo la levantó y allí la esperaba el alacrán.
-¡Mamá!... gritó asustada. ¡Aquí hay un cangrejo enorme!
-¿Un cangrejo en mitad de la montaña? Aléjate rápidamente, dijo su madre, ¡puede ser un escorpión!. En tres saltos se acercó hasta la piedra removida y lo corroboró. Un enorme arácnido de unos 15 centímetros, que al verse descubierto había levantado su cola segmentada y mostraba su venenoso aguijón dispuesto al asalto.
Era la primera vez que ambas, veían un bicho semejante y la madre no quiso perderse el espectáculo del ataque. Lanzó sobre el animal un pequeño palo, e inmediatamente su cola se curvó dejando caer la neurotoxina de su púa.

En estos relatos de cien palabras, no hay que contar el contenido de la primera frase, ya que es la que da lugar al desarrollo de la historia

TARDE DE SÁBADO

Abrumado por tanta responsabilidad, el animal había retrocedido.

Desde mi ventana observé con atención todo el proceso. El ardiente sol del atardecer pintaba reflejos dorados sobre las hojas de los chopos, que con la suave brisa del ocaso bailaban, haciéndome llegar su dulce murmullo.

Como todos los sábados, el perro de la finca vecina, vio partir a sus amos y durante más de una hora lloró lastimeramente reclamando su presencia. También como todos los sábados, los niños del barrio vinieron con palos a arrastrarlos con saña por la verja. El pobre perro enrabietado ladró y ladró desesperadamente… y ante la imposibilidad de atacar al enemigo retrocedió a su caseta.

En estos relatos de cien palabras, no hay que contar el contenido de la primera frase, ya que es la que da lugar al desarrollo de la historia

A CIEGAS



Cojeando, me esforcé por alcanzar la fila de niños que regresaban del recreo.

Eran las 12 de la mañana, el sol picaba fuerte y se agradecía entrar al refugio del aula. Habíamos jugado a vendarnos los ojos y a adivinar por el tacto quien era el jugador que había recogido la pelota que se había lanzado al aire.

A ciegas recorrí el trecho que nos separaba, guiado por las indicaciones del jefe del grupo.

Escuché sospechosas risitas sofocadas, cuando un objeto alargado fue puesto entre mis pies... Caí de bruces sobre el bordillo de la pileta haciéndome una brecha en la rodilla. Grité de dolor.

Cuando me quité la venda, todos habían desaparecido.


En estos relatos de cien palabras, no hay que contar el contenido de la primera frase, ya que es la que da lugar al desarrollo de la historia

EL RECREO

Cojeando, me esforcé por alcanzar la fila de niños que regresaban del recreo. Todos eran fuertes y divertidos y yo no podía participar de sus aventuras. Siempre me unía al desfile ocupando el último lugar, por lo que me había convertido en un niño solitario y avergonzado. Miré mi pie izquierdo metido dentro de una bota ortopédica que me hubiera gustado fulminar y una vez más di una patada al suelo para mostrar mi rabia. De pronto, una voz suave habló a mi espalda.
- Necesito que me ayudes
Me giré y vi un enorme lazo blanco envolviendo una preciosa cabeza rubia.
- ¿Yo?
- Sí. Eres guapo, inteligente y tienes como yo, una bota ortopédica.

En estos relatos de cien palabras, no hay que contar el contenido de la primera frase, ya que es la que da lugar al desarrollo de la historia

LA VENGANZA

La malvada hipotenusa capturó a Pi. Este gritaba desesperado, mientras retorcía su pequeño cuerpo intentando escapar.
Vi a mi vecino Ulpo regocijarse al observar desde su ventana el espectáculo. No pude más. Salté por el alféizar, agarré la manguera y di una rociada de agua fría a la atrevida gata, que soltó rápidamente al loro, quien al verse libre, voló hacia su rama en el árbol.

Estaba herido y se quejaba. Al darse cuenta de mi presencia, vino hasta mi hombro, buscando ayuda

Vi al vecino que continuaba riendo la gracia de su gata. Abrí toda la presión del grifo y enfoqué la manguera hacia su ventana.

En estos relatos de cien palabras, no hay que contar el contenido de la primera frase, ya que es la que da lugar al desarrollo de la historia

sábado, 9 de enero de 2010

ESCONDIDA TRAS EL ÁNGULO

La malvada hipotenusa capturó a Pi, quien al verse atrapado y sin posibilidad de escapar, elevó con furia su belfo superior dejando a la vista sus afilados caninos, al tiempo que lanzaba un furibundo bufido que impresionó a Hipotenusa, que inmediatamente aflojó su presa y fue corriendo a esconderse detrás de la Esfera. Esta, que no quería formar parte de la trifulca, poquito a poco, sin que Hipotenusa se diera cuenta, fue girando suavemente por la Línea recta, dejándola al descubierto. Al darse cuenta Hipotenusa, de un salto, se subió al Cubo, pensando que este no podía girar sobre sí mismo y quedó escondida tras el Ángulo.

PLUMAS DE MARABÚ

No pude transformarme en princesa porque el imbécil seguía mirando.

Acurrucada tras el invernadero, fui sacando de la bolsa lo que había robado en la tienda. Un precioso vestido azul con plumas de marabú. Un gran sombrero blanco con una enorme rosa del mismo color del vestido y unos zapatos de altísimo tacón, con los que seguramente terminaría destrozada.

La boda a la que me habían invitado, en la que esperaba ser presentada al chico más guapo, rico e influyente, se habría celebrado.

Llevaba escondida más de 4 horas y el imbécil no se movía. Dejé todo colocado sobre la yerba y salí de allí, reptando cual soldado en trinchera.
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LA PITONISA

-¡Niño, tira pa' Linares!
-Necesitamos dinero. Dijo mi abuela.
Desde que mis padres fallecieron accidentalmente, ella era nuestro medio de vida. Con su larga túnica y el extraño turbante cubriendo su blanca cabellera, sabía acercarse a las mujeres que pagaban bien sus tiradas de tarot.
Preguntaba a la mujer mientras barajaba...
-¿Dime cariño, que aflige tu corazón?
-¡Mi hijo entró al ejército y no me escribe!
¡Vamos a ver hija porque no lo hace!
7 cartas caían sobre el tablero. Ella fingía estudiar detenidamente el mensaje y de sus labios brotaban las palabras esperanzadas que querían escuchar las consultantes, que agradecidas entregaban sus monedas.

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miércoles, 6 de enero de 2010

PUEBLOS DEL SUR

¡Niño, tira pa' Linares!.. El látigo restalló en el aire.

Lentamente la carreta se puso en marcha arrastrada por el jaco. Estas eran las dos únicas propiedades de la familia.

Recorrían los pueblos del sur siempre en busca de algún trabajo temporal que les permitiera llevar un pedazo de pan a sus hambrientos estómagos.

-¡Venga hijo, arremete! Que man’dicho que hay que limpiar una era. Tendremos tajo pa’ una semana y podremos manducar.

-Si padre, removeremos bien la paja, seguro que conseguiremos cuatro o cinco kilos de trigo.

-¡Pa’ tres días más!.. Rezongó resignada la madre, arrebujándose en su raído mantón.

29-03-2008

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TODOS ERAN CULPABLES

¡Niño, tira pa' Linares! –Gritó con arrogancia el mayoral al tiempo que hincaba son saña la espuela en el ijar, provocando la rápida galopada del caballo. Dio un rodeo a la manada dejando que los peones contemplaran el gesto de disgusto de su cara... y tomó la delantera.
Los hombres cambiaron entre sí miradas de inteligencia. Sabían que tras la orden llegaría la bronca -¡Y quien sabe que más...! Ya no le quitaron la vista de encima. Le vieron escupir sobre la yerba, y eso era un mal síntoma. Todos eran culpables. Dos reses perdidas sumaban mucho dinero y el amo no lo perdonaría.

27-02-08

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domingo, 3 de enero de 2010

EL COLUMPIO

¿Cómo se llamaba?.. ¡Imposible recordarlo!
¡Si... lo recuerdo!.. ¡Manolita!

Viene a mi memoria la silueta de tus manos gordezuelas y quizá también, tus grandes ojos negros, pero lo que tengo bien en mi mente es:

"Tu huerto" lleno de manzanos enanos cargados de jugosa fruta madura, que desgajábamos y comíamos, y "la soga" que enganchábamos a una rama para columpiarnos.

Tú tenías 8 años y yo 6. ¡Que mayor me parecías!.. ¿Te acordarás de mí? Lo pasábamos “Chupi”.
A media tarde tu mamá nos daba la merienda. Unas rebanadas de pan gallego llenas de nata de tus vacas ¡con mucho azúcar!

En estos relatos de cien palabras no hay que contar el contenido de la primera frase, ya que es la que da lugar al desarrollo del la historia